por superhero | Nov 9, 2016
En emociones tan dispares como las que se producen al enamorarnos o deprimirnos participan los neurotransmisores, unas sustancias químicas que actúan de mensajeras entre las neuronas, y de cuyo equilibrio depende no sólo que estemos sanos sino que nos sintamos bien.
El cerebro despliega una multitud de sustancias bioquímicas a fin de llevar a cabo sus múltiples tareas cognitivas y hacernos sentir felices, serenos, atentos, relajados, dinámicos o motivados. Los que contribuyen a orquestar todos nuestros pensamientos, sensaciones y movimientos son los neurotransmisores, “sustancias como la serotonina o la noradrenalina con implicación directa en los síndromes depresivos, y sustancias como las endorfinas, relacionadas con la regulación del placer y el dolor, entre los más de 50 descubiertos hasta ahora”, subraya la Dra. Isabel Güell, médico especialista en neurología y autora del libro El cerebro al descubierto.
Hallazgo reciente
Ha sido en las dos últimas décadas del siglo XX cuando se han ido descubriendo, una tras otra, una larga cantidad de neurotransmisores, aminoácidos, neuromoduladores, péptidos, hormonas, etc. que participan activamente en distintas zonas del cerebro y modulan las respuestas, contribuyen al establecimiento de la memoria, y juegan un papel importante en la ansiedad o el placer.
Las investigaciones en este campo, sin embargo, no han hecho sino comenzar y cada día dan nuevos frutos. Al último lo han bautizado como opiorfina y se trata de una sustancia de la saliva humana que es hasta seis veces más potente que la morfina para calmar el dolor. La han identificado un grupo de investigadores franceses que esperan que su descubrimiento ayude al desarrollo de nuevos fármacos, ya que los analgésicos producidos de modo natural por el organismo son raros. Parece ser que su efecto analgésico se debe a que activa el funcionamiento de los opioides endógenos, un tipo de neurotransmisores producidos por el propio organismo que alivian el dolor.
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por superhero | Nov 9, 2016
Para combatir la migraña, los tratamientos convencionales no siempre resultan eficaces y a veces, incluso, pueden perjudicar. Sin embargo, existen alternativas naturales que, además de investigar a qué responde ese dolor de cabeza y ofrecer un tratamiento personalizado, consiguen muy buenos resultados.
Más allá del alivio sintomático
Además de aliviar los síntomas, los tratamientos naturales como la medicina naturista, homeopatía, osteopatía, etc. persiguen el reequilibrio de los órganos internos, en cuya alteración se encuentra muchas veces el origen de la migraña, y evitan futuras crisis. Algo totalmente alejado de la medicina ortodoxa, cuyo tratamiento se basa en la prescripción de determinados fármacos que únicamente atacan los síntomas sin resolver el problema de raíz y que muchas veces dañan los órganos digestivos e incluso cronifican la enfermedad. Uno de los motivos es que el uso de estos medicamentos lleva a veces a un verdadero abuso y da lugar a las llamadas migrañas recurrentes: cuando el organismo echa de menos el producto vuelve a generar dolor de cabeza con lo cual se vuelve a necesitar el fármaco y se entra en una espiral cerrada que puede transformar la situación en crónica.
En este contexto, las medicinas naturales se presentan como una buena opción para las personas afectadas por migraña, ya que además de observar los síntomas, relacionan esta dolencia con otras partes del cuerpo, el estilo de vida, el estado emocional y el entorno, buscando las causas profundas que han podido provocarla. Es más, muchas de las personas que acuden a la medicina alternativa, lo hacen después de años de sufrimiento y muchos fármacos. Es el caso de Sergio Guzmán Ramírez, de 28 años, que acudió a un especialista en reflejoterapia tras siete años con migrañas, medicándose y con dos ingresos en el hospital: “las dos primeras sesiones del tratamiento estuve con la migraña, en la tercera, ya estuve dos días sin dolor y a partir de la cuarta ya no tuve migraña. Me realizaron 12 sesiones en total y estuve fenomenal. Actualmente ya no tomo medicación”.
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por superhero | Nov 9, 2016
Los meses de verano nos invitan a disfrutar del sol, el mar y la brisa marina. Pero acudir a un destino de costa en vacaciones es mucho más que un acto lúdico, pues estos tres elementos ejercen múltiples efectos beneficiosos sobre la salud.
Las dos grandes bazas de pasar las vacaciones en la playa son el clima marino y el agua de mar. El primero es estimulante y tonificante para el organismo, mientras que el agua supone un auténtico cóctel de sustancias necesarias para la salud. Entre ellas destacan algunos minerales que el organismo puede absorber en pequeña proporción a través de la piel: el yodo, que actúa principalmente sobre la glándula tiroides (encargada del equilibrio metabólico); el potasio y el sodio, que regulan la cantidad de agua que entra en células y tejidos y son imprescindibles para mantener el tono cardiaco y muscular; el azufre, que alivia el reumatismo y fortalece los huesos y tendones; el calcio, que interviene en la formación ósea y participa en otras funciones del organismo; y el silicio, que actúa sobre el sistema inmune. Todo ello, unido al beneficioso efecto relajante que supone pasar unos días junto al mar.
¿Por qué cura el agua de mar?
El medio marino es el ecosistema más importante de la Tierra y el elemento vital que asegura la conservación de nuestro medio en unos límites tolerables para la vida: sin él las noches serían polares, los días tórridos y la vida imposible. Pero, además, el mar cura. Esto, si bien se conoce desde la Antigüedad (Hipócrates fue el primero en prescribir su uso interno y externo), no ha sido hasta principios del siglo XX y gracias al investigador francés René Quinton cuando se ha descubierto porqué. La explicación no es otra que la conexión que existe entre ésta y el ser humano. Y es que el 70% de nuestro peso es agua, cuya composición mineral es casi idéntica a la del agua de mar. Por eso es que cada uno de nosotros lleva en sus venas un fluido salado que combina el sodio, el potasio y el calcio, en una proporción muy similar a ésta, y por eso las lágrimas, las secreciones nasales, nuestro sudor, la orina y hasta nuestra propia sangre tienen un sabor salado. De ahí que un baño de mar implique la revitalización y reconstitución de las células del organismo.
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por superhero | Nov 9, 2016
La salud se va fraguando día a día, con los hábitos que forman parte de nuestro estilo de vida, la manera de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y con el entorno. Reservar un día de primavera para hacer una pausa y vivir de una manera más consciente cada momento es una propuesta que, si bien no garantiza la salud para todo el año, sí que nos permitirá saborear cada instante y darnos cuenta de lo fácil que es brindarle algunos cuidados a nuestro organismo y qué rápido sabe agradecérnoslo. Un error muy frecuente es pensar que puede con todo y que es capaz de seguir cualquier ritmo que le queramos imponer. Por eso no está de más que aparquemos por un día todo lo que nos preocupa y no nos deja crecer. Detenernos a atender nuestras verdaderas necesidades y poner en práctica algunos buenos hábitos, en consonancia con la estación, nos llenará de bienestar y nos reconfortará de forma inmediata. Algo que puede servir de aliciente para incorporar nuevas rutinas saludables, aquellas que nos permitirán disfrutar de un óptimo estado de salud, de mejor humor y de una vida más plena.
7,30h Despertar diferente
Duerme hasta que agotes todo el sueño y deja que sea la luz natural la que se convierta en tu particular despertador. Al incorporarte, evita hacerlo con rapidez ya que puede ocasionar dolores de espalda y fatiga generalizada todo el día. Date tiempo antes de ponerte en pie y aprovecha para activar el cuerpo, todavía en posición horizontal. Lo primero y más saludable es desperezarse: estira brazos (con las manos entrelazadas) y piernas (manteniéndolas juntas). Ahora, dóblalas, respira hondo y, al soltar el aire, lleva las rodillas a un lado, tocando la cama. Siente cómo se estiran los músculos de la espalda y cómo se relajan. Inspira y cambia de lado, y así varias veces. Después, levántate despacio.
8h Baño de aire con estiramientos
El baño de aire es una de las prácticas higiénicas más recomendables. Consiste en la exposición directa de la piel al aire, procurando que nos genere una sensación de frescor, lo que sucede cuando la temperatura es inferior a 20ºC. Una mañana de primavera es ideal para colocarse frente a la ventana abierta del dormitorio, sin temer a las corrientes y, desnudos, realizar respiraciones profundas y frotarse la piel con las manos a lo largo de todo el cuerpo.
8,30h Desayuno completo
Esta forma de iniciar la jornada tiene que complementarse rompiendo el ayuno nocturno con alimentos saludables, que nos permitan afrontar el día con ánimo y mantener el nivel de glucosa en sangre. La combinación de lácteo, mejor fermentado (yogur o kéfir), cereales integrales (copos, pan, galletas…) y fruta (entera o en zumo recién exprimido) es la fórmula ideal para esta primera comida del día, que debería proporcionarnos el 35% de la energía diaria y que es fundamental realizar con calma. Dedícale al menos 20 minutos y prescinde de la radio o el periódico para fijar tu atención en los sabores y texturas, masticando lentamente.
9,30h Ducha tonificante
Para acabar de despertarte y reactivar la energía, lo ideal es ducharse con agua tibia y acabar con fría. Así estimulas la circulación, tonificas la musculatura y recibes un efecto vivificante.
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